miércoles, 9 de julio de 2014

  Hoy, entre insomnio e insomnio, mi cabeza me ha dejado soñar un ratito contigo.
  Y qué le voy a hacer si me he levantado sonriendo.
  Sé que la gente me diría que parara, que no pensara más en ti, pero no puedo evitarlo.
  ¡Y es tu jodida culpa!
  Por la forma en la que nos miramos cuando me hablas.
  Por esa vez que dijiste mi nombre sólo para sonreírme.
  Por ese día en el que tus ojos dijeron más que cien mil palabras.
  Por como me haces sentir... me gustaría poder hacerte sentir de las misma forma.
 




   Tal vez simplemente estoy loca.

jueves, 26 de junio de 2014

27 de junio. 2 de la mañana.


  Hace unos días escribí una carta. Una carta de perdón. Una carta muy corta para todo lo que llevaba dentro. Una carta que quemé al terminar, dejando que el fuego consumiera todas las palabras, para luego ser apagada y hecha cenizas por la lluvia y el viento.
  Y, claro, como la estúpida soñadora con demasiados libros leídos que soy, me tomé la metáfora demasiado en serio e imaginé que aquellas palabras eran mis sentimientos. Pero no, señores, los sentimientos, desgraciadamente prenden cuando los acercas al fuego pero no se apagan con cualquier gota de agua o soplido de virnto. Como aquellas velas que compraba mi abuela cuando era más pequeña para mi cumpleaños y que por mucho que soplaras no se apagaban. Recuerdo que mi padre siempre tenía que apagarlas con los dedos. Curioso. Tal vez esa sí que sea una buena metáfora.
  En fin, que me voy por las ramas.
  Empiezo a pensar que tal vez necesito a alguien que me ayude a salir de aquí. Mi madre solía decirme que nunca nadie podría quererme si no aprendía a quererme a mí misma. Pero... no lo llego a conseguir, ¿sabes? Es como si estuviera vacía... necesito que alguien me llene. Puede sonar triste o estúpid, pero prometo que ya no sé cómo seguir.

Qué suerte va a ser la cariátide que te sostenga mi cuerpo,
mi cuerpo es el templo de los frágiles.

domingo, 22 de junio de 2014

Últimamente no sé lo que me pasa.
Sólo sé
que cada vez que te miro
algo dentro de mí
muere
y renace
cuando eres tú el que me mira.
Y somos tan diferentes
que me encanta
Y somos tan similares
que me asusto.
Que rompes la roca más fría
Y encuentras flores
en mi campo de minas.

domingo, 16 de febrero de 2014

Me acostumbré a gritarle al vacío, a ahogar a mis demonios en tinta, a llorar cuando nadie miraba, a tapar la tristeza con sudaderas grandes, a absorber mis problemas con canciones como si de esponjas se tratasen. 

Y aún así, es mi propio pensamiento el que me reconcome por dentro, me quema y me hace (y hará) arder hasta que me interior se quede hecho cenizas. Y lo único que pueden hacer las cenizas es dejar que se las lleve el viento.

sábado, 18 de enero de 2014

  Yo no odio a nadie.
  Bueno, tal vez sí.
  Odio a alguien a quien soportar día tras día, a cada acción que realiza, un poquito más.
  Odio que se equivoque, que eche tanto en falta, odio su tristeza diaria. Odio que aún así calle y sonría en vez de soltar de una maldita vez cómo se siente. Odio que perdone siempre a aquel que le ha hecho daño, y que haga como si nada ocurriera.
  Odio que se fije en cada mínimo detalle,  que mire tanto a la gente. Odio que se enamore de lo imposible; odio que sueñe tanto.
  Lo odio tanto. A mi propio ser. Qué locura.

domingo, 12 de enero de 2014

Supongo que cuando elegí el título para este sitio lo hice por algo. El boulevard de los sueños rotos. Mi pequeño paseo a través de mis esperanzas rotas. Supongo que todo se acaba rompiendo, aunque tal vez sea otra estupidez que mi cabeza crea para justificar mi continuo estado.          
Lo único que se rompe es lo frágil. Entonces, yo soy frágil. 
Antes no lo era. Para nada. Podía aguantarlo todo dentro de mí durante mucho, mucho tiempo. Pero ahora no sé si podré. Realmente no lo sé. A veces tengo miedo de mí misma, de comenzar a gritar en medio de clase y salir corriendo. A veces tengo miedo de que los demás se enteren de lo que pasa por mi interior. Menos mal que no se pueden saber los pensamientos del otro. Menos mal. A veces, simplemente, tengo miedo de cuánto va a durar esto, esa presión en el pecho y esas ganas de gritar contenidas. Creo que tengo miedo de tener miedo, y, ¿cómo puedo ser tan tremendamente estúpida?
En fin.
Maldita debilidad.
No sé si la aguantaré más.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Live.

  -La vida es muy corta - dijo, de repente, mientras que miraba a ninguna parte-. Quítale ese jersey que te gusta tanto a tu padre, y sal a la calle con él, sin importarte que te esté varias tallas grande o lo que la gente piense. Lee un libro y emociónate mientras que lo lees, entristécete porque lo has terminado. Canta mientras que paseas. Rómpete y deja que venga alguien y te arregle. Ve de concierto en concierto. Llora. Ríe. Grita. Enamórate. Rompe los esquemas. Ayuda a cambiar el mundo -hizo una pausa y pude ver una media sonrisa en su rostro-. Coge la vida y vívela, joder, ¡vívela!